Patricio Sáez era un joven albaceteño que siendo muy joven tuvo que emigrar a buscar fortuna por Alemania. A finales de los ochenta el panorama laboral no era muy esperanzador en Munich, por lo que Patricio tuvo que buscar otra alternativa en la lejana California.
Una vez en Los Angeles, tuvo la suerte de coincidir con un primo suyo muy campechano de Tomelloso, que trabajaba de decorador en Hollywood, y le convenció para trabajar de figurante en películas de acción, y también para ir con él a hacer surf y parecer nativo. Así se le puso el pelo rubio y la cosa le fue bastante bien, hasta el punto de poder pagarse unos saltos en paracaídas con sus amigos.
Sin embargo, al tener el visado caducado y algún problema con un par de policías por pequeños robos, se tuvo que ir a Australia. El problema fue que llegó un día que había olas pero estaba lloviendo, por lo que a los colegas que le estaban grabando el baño se les mojó el tabaco y se les averió la cámara, que acoplaba diferentes secuencias de las olas como si fueran sólo una, y así se fueron a un bar con una placa de policía que se encontraron en la orilla.
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